viernes, 27 de julio de 2012

Pachanga playera

Aprovechando que estamos en medio del periodo estival, rescato este dibujete antiguo para felicitar el verano a los visitantes de este su humilde blog.



viernes, 20 de julio de 2012

Distopiezas (6): All together now


Resulta de vital importancia que el individuo inmerso en un contexto distópico se encuentre moderadamente relajado (o confortablemente entumecido), pues no sería deseable que la incertidumbre le llevara a realizar actos inadecuados o de naturaleza subversiva, como por ejemplo pensar .

jueves, 19 de julio de 2012

Distopiezas (5): Eran dos tipos requetefinos


Cuando el individuo inmerso en un contexto distópico que amenaza con provocar la desintegración de su identidad personal decide realizar un intento de autoanálisis y examinar objetivamente qué es lo que lo cosntituye como persona, probablemente se topará con importantes barreras emocionales e intelectuales fomentadas por una sociedad en la que las manos ejecutantes consideran como algo perjudicial tal tipo de ejercicios de introspección.

Es por ello que subconscientemente el individuo (inmerso en un contexto distópico) puede llegar a representar su búsqueda del Yo a través de metáforas (que se pueden manifestar ante él de manera onírica, por ejemplo, o quizás tomando forma entre la información que se le suministra, "contaminándola"). En el caso que nos ocupa, las instancias del Ello y el Superyó aparecen representadas a través de caricatos saltimbanquis, que mediante el lenguaje circense dan rienda suelta a los temores, necesidades e impulsos que afloran desde las profundidades abisales de la psique del individuo (inmerso en un contexto distópico, como quizá hemos dicho ya anteriormente).




Así pues, el Ello se convierte en una especie de juglar chocarrero. Movido por las pulsiones primitivas, da rienda suelta a sus impulsos ilógicos haciendo malabarismos con bombas, representando a su vez la eterna lucha entre las pulsiones de muerte (la propensión hacia la agresividad y la destrucción que conduce al personaje a un destino explosivo, literalmente) y las pulsiones de vida (la tendencia natural a satisfacer el hambre y la líbido, lo que nos hace pensar, ¿qué extrañas y retorcidas metáforas se esconden a su vez en el atuendo de nuestro chufletero bufón?). Cabe indicar también que según Freud la conquista del Ello pasaba por la asociación libre dentro del psicoanálisis, y precisamente es la asociación libre lo que ha hecho que el individuo (inmerso en un contexto distópico, no lo olvidemos) vea representados los elementos que constituyen su propio ser mediante extraños albardanes de feria.





La clásica figura del payaso triste hace referencia, en cambio, a la instancia del Superyó. Elemento enjuiciador de los aspectos morales y éticos aprendidos en la sociedad, en el Superyó se aprecian dos subsistemas: la conciencia moral y el ideal del yo, aquí traducidos al lenguaje visual de la farándula. Los conceptos de crítica y el reproche que vienen aparejados a la conciencia moral se pueden obsrevar tanto en el previsible papel de payaso serio que desempeña el personaje (intentando controlar las travesuras de su compañero) como en el semblante frustrado y de continua preocupación del que hace gala (acentuado por la perpetua lágrima pintada en la cara). Y si el rostro es la autoevaluación, los ropajes son la representación en fibra sintética del ideal de yo: una imagen del propio sujeto idealizada (que se constituiría de conductas a las que ha sido dado el visto bueno y han sido debidamente recompensadas), concretamente un modelo al que el sujeto intenta adecuarse, tal como ha sido definido el concepto. Y ciertamente, el triste feriante dista mucho de adecuarse al modelo idealizado que evocan sus ropas, creándose un grotesco contraste entre el proverbial hábito y el monje al que éste no hace.
No olvidemos tampoco la asociación que varios expertos han observado entre el surgimiento del Superyó y la castración (y su estrecha relación con el complejo de Edipo). El observador retorcido podría ver en el aspecto de este feriante matices que sugerirían la pérdida de poder a la que el complejo mencionado hace referencia, pero eso ya son aguas pantanosas y lejanas en las que preferimos no embarcarnos en este sucinto analísis.



O sea, que muy loco, el individuo (inmerso en un contexto distópico).



jueves, 12 de julio de 2012

Distopiezas (3): Sonrisas en el infierno



Por algún motivo, antes de estar seguro de lo que iba a hacer para la exposición distópica de HA! ya estaba tozudamente convencido de que tenía que incluir a un alegre personajillo como este. Mascota corporativa de alguna organización indeterminada interesada en que los ciudadanos (o lo que haya en el contexto de marras) no se coman demasiado la cabeza respecto a su situación actual (la situación actual en el contexto de marras), este alegre cabezón con pústulas y añadidos tecnológicos de utilidad no definida basa su existencia en recordarle a la gente que la pérdida de la identidad en una sociedad mecanizada o los daños que la contaminación medioambiental causen en el cuerpo no son tan importantes en el fondo, siempre y cuando portes en tu cara una jovial sonrisa que aleje las preocupaciones mundanas (tales como los recortes en servicios sociales, libertades o partes del cuerpo). En mi cabeza, este tiparraco siempre se llamó Distopín, la mascota genérica.



De todas formas, si el cabezón representaba la despreocupación frente a las adversidades propias de la distopía, también estimé necesaria la existencia de una figura que, manteniendo básicamente cualidades similares, tuviera una presencia estética más agradable desde un punto de vista canónico. Esta figura más agradable a la vista sería utilizada por la entidad corporativa de turno (¿la misma que Distopín? ¿otra diferente?) para acentuar las ventajas que la situación actual (la que haya en el contexto de marras) ofrece al ciudadano en materia comercial, esto es, para venderle cosas. Y así, de una costilla pútrida de Distopín surgió Miss Dystopinna, la cara idealizada de la distopía (imagen seguramente alejada de la realidad tangible en el contexto de marras).



Imágenes de propaganda social y publicidad comercial respectivamente, Distopín y Miss Dystopinna aparecerían integrados en una de las ilustraciones y servirían para dar subtexto al mundo que fuera a reflejar en la misma, ya fuera de manera abstracta o más bien directa, y para que me pudiera tirar el rollo posteriormente en el blog soltando estas parrafadas como si supiera lo que estoy diciendo.


También metí a este bicho.



No sé muy bien qué tiene que ver con el contexto de marras.

martes, 10 de julio de 2012

Distopiezas (1): Cerebro a la vista





Este viernes 13 de julio el Colectivo HA! inaugura en el Fórum Metropolitano una exposición de obras de diversa índole agrupadas bajo el tema común de la distopía, y participo con un par de trabajos. Aprovechando el evento, esta semana iré subiendo al blog las dos ilustraciones de marras y algunos extras raros relacionados con una de ellas.